Food Design, creatividad a mordidas


 

De la vista nace el amor y esto es algo que la disciplina del Food Design sigue al pie de la letra… Por sólo decir que hoy, los diseñadores industriales se arriesgan para combinar los sabores con la estética de los objetos

por Jessica Servín Castillo
fotos Food Design

Desde hace un par de años, los sibaritas de todo el mundo han comenzado a poner mayor atención a la forma de la gastronomía. España es uno de los primeros países en establecer la tendencia Food Design. Ahí se comenzó a incorporar la enseñanza del diseño en la cocina, presentando el pan, el chocolate y los caramelos de sus postres en platos artísticos.

Quizá uno de los mayores representantes sea Alberto Arza –español, por supuesto –, quien creó una versión de la Chupa-chup pero toda de azúcar; o Mr. Simon, un diseñador que transformó el veganismo en paletas atractivas para los niños y las llamó Candy vegetable. Ambos artistas están inscritos a la organización Papila, que promueve este tipo de trabajos en el país ibérico.

En México, por ejemplo, lo lleva a cabo la diseñadora Victoria Molina; de hecho, ella misma se define como creativa, más que como diseñadora. Molina se especializó en el arte mobiliario y realizó su tesis sobre el diseño de alimentos mexicanos, un primer paso a lo que en ese entonces no existía, pero que hoy se define como Food Design. Victoria, junto con Rocío Molina, ha desarrollado al máximo este proyecto que conjuga las técnicas gastronómicas con el diseño.

Pero, hablando específicamente de ella, ¿dónde nació todo esto? Molina dice que desde niña le gustaba pintar muebles, platos y objetos; mientras que durante su educación profesional siempre estuvo preocupada por los detalles, esos que al final –asegura – transmiten un significado. Victoria tiene estudios en Italia y también en Japón, en específico en el Modern Design and Traditional Techniques, el sitio que la dotó de gran experiencia para después trabajar en Savvy Studio, el motor que la hizo crear su propia marca: Objesion.

Y tal es su obsesión por los objetos, que comenzó a dedicarle más atención y precisión a la comida. Uno de los proyectos del que se siente muy orgullosa es el de la tortilla como materia de diseño, una pieza ya enclavada en el concepto de Food Design. En él, trata de transmitir la importancia de este elemento en la cultura mexicana, y la transforma en sus orígenes: un maíz que luego coloca dentro de un contexto actual, redefiniendo la tortilla para el mundo entero. Su objetivo, escribe en su página web, es: “Impulsar el futuro de este alimento tradicional en riesgo, debido a la amplia gama de alimentos procesados”. Cabe destacar que este proyecto se presentó en el foro Food Desing en Nueva Zelanda, donde Victoria expuso sus ideas con el tema: “La cultura del Maíz. Las tortillas como material de diseño”.
Otro de sus trabajos se llamó “Flor de té”, éste lo realizó junto con el Instituto de Kioto Tecnología Kana-ami. El objeto es un portavasos elaborado de cobre y metal, acompañado de tazones cilíndricos de vidrio y una canasta para dulces. La idea es que mientras se bebe el té y se charla, uno pueda tomar un dulce, disfrutando el momento en todos los sentidos: el de la vista por lo elegante de la presentación; el gusto por el sabor del té, y una sonrisa gigante ante la sorpresa de la canasta de dulces.

Siguiendo con este tema, Victoria realizó un prototipo de una vajilla para comida mexicana llamada MexiPot, donde las piezas han sido trazadas específicamente para servir y mostrar la gastronomía tradicional. Aquí, la diseñadora se centra en presentar guarda-tortillas, así como platones para salsa y/o botanas.

En resumen, la importancia del Food Design va más allá de la conquista del paladar, como lo dice Werner Wlodzianowski, director del Centro de Tecnología Alimentaria de Bremerhaven: “Los colores son cosas aprendidas desde niños y se relacionan a ciertas frutas u objetos de la vida cotidiana. Un jitomate siempre será rojo, pero si presentamos uno azul, ¿qué se pensaría?… La respuesta es que lo veríamos como un objeto, una pieza de arte, y nunca lo comeríamos, pero si un chef nos dice que esa es su interpretación, claro que le daríamos un mordisco”.