VINO ELEGANTE


[gss ids=”2692,3145,3146″ options=”timeout=4000″]

Por Marlene Mizrahi

La elegancia, eso que se entiende como ser excepcionalmente bello y sencillo, un estándar de buen gusto que se aplica a cada una de las creaciones del Grupo Vinícola Marqués de Vargas.

Para una mejor explicación sobre dicha delicadeza, tomamos las ideas y palabras del Sr. Pelayo de la Mata y Pobes, a quien Luxe and Class tuvo la oportunidad de hacer una entrevista exclusiva, o más bien, con quien pudo gozar de una muy agradable plática. Un hombre admirable, conocido también como octavo Marqués de Vargas y Conde de San Cristóbal; que continúa la saga de cuatro generaciones consagradas a la elaboración y comercialización de vinos riojanos.

Todo comienza con la siguiente frase: “Nosotros tratamos de hacer nuestros vinos elegantes.

Un vino elegante debe ser un vino equilibrado, y un vino equilibrado es aquél en el que la fruta y la
madera están perfectamente ensambladas”.

El mejor momento para notar la elegancia de un vino es en la cata, en la prueba. Una vez que
comienza la degustación, lo primero que surge es la uva, que recibe el nombre de aromas primarios. Después, en una cata más prolongada, aparecerán los aromas secundarios, procedentes de la fermentación alcohólica. Los terciarios o bouquet, son aromas de crianza, ese matiz adquirido durante el envejecimiento; éstos pueden ser de oxidación, de reducción o ambos –obviamente, gracias a la búsqueda del máximo refinamiento por parte del Grupo Marqués de Vargas, cada uno de sus vinos es ejemplo de un inigualable equilibrio entre las esencias de reducción y oxidación –. Los de oxidación “son los que [el vino] toma en la barrica, a través de los poros de la misma madera” explica el Conde de San Cristóbal; mientras que los de reducción se forman durante su envejecimiento en botella, al abrigo del aire. La verdadera maestría está en el control, pues si se maderiza demasiado el vino, entonces todo lo demás desaparece.

He aquí el arte de Grupo Marqués de Vargas que, como explica el Sr. Pelayo: “Tenemos que dejar el vino, por normativa, 24 meses en barrica y luego hasta tres años –el resto– en botella”.

Invariablemente, las barricas que se utilizan para el añejamiento del vino están tostadas por dentro, “nosotros utilizamos el tostado medio [hay alto, medio y bajo], entonces salen los aromas a torrefacto como el café, que viene del curtido de la madera, o a tabaco, por ejemplo”. Entonces, cuando el vino ingresa en la botella, es sumamente importante, pues aparecen los aromas de reducción y “es como si el vino se redondeara”, explica el Marqués de Vargas. “Hay una cosa general, en Rioja en particular, y es que anteriormente los vinos se maderizaban mucho más”. El Sr. Pelayo, en referencia a sus propias creaciones dice: “ahora se les da menos madera, pero de más calidad, y con eso se logra mejor armonía entre la fruta y los aromas secundarios y terciarios que la madera proporciona”.

Elegancia no es sinónimo de conservadurismo, y una cuestión que lo pone en evidencia es el inusual uso de Roble Ruso – y no Francés – por parte de Grupo Vinícola Marqués de Vargas. “Las barricas de Roble Ruso toman una personalidad propia”, comenta orgulloso el Marqués. Nos platica que todo comenzó después de haber asistido a una Convención de Robles, momento en el que se estaba gestando la receta de Reserva Privada “y nos pareció divertido y exótico añejarlo en barricas de Roble Ruso que, curiosamente, es un vino que gusta mucho a las mujeres” y finaliza alegremente diciendo: “no sé qué tengan los rusos”.

La nota láctea es otra característica que distingue a los vinos de este Grupo, “una nota como de mantequilla”, como seda. El consumidor final, muchas veces, no sabe describir los tabacos ni los lácteos, pero te sabe decir sí le gusta o no le gusta eso que prueba; “y tenemos la gran ventaja de que los vinos del Grupo Marqués de Vargas, sean un producto que guste”. Sin olvidar, por supuesto, la buena relación precio-calidad.

Algo muy representativo del refinamiento es lograr mantener un mismo estilo, aunque con cierta soltura. Es de ahí que el Grupo Marqués de Vargas no sólo sea creador de vinos ponderados, sino que él mismo es figura y distintivo elegancia al tener vinos para cualquier ocasión: Albariño Pazo San Mauro, para salir con los amigos; Marqués de Vargas Reserva, como maridaje y sobremesa, aunque también para ese “me recomendaron una copita de vino diaria”; frase a la cual se agrega el Conde de San Cristóbal; Reserva Privada para consentirte y finalmente, para cerrar con broche de oro, Hacienda Pradolagar Reserva Especial, para un día del que se quiera dejar huella.

El buen gusto ha hecho que la categoría del vino crezca bastante. Por decir que, de diez años al día de hoy, solamente en México, se ha multiplicado en un 250% su consumo; haciendo aún más agradable ese momento bello y refinado, el cual siempre se busca adornar con una equilibrada y distintiva copa de vino.