IRLANDA ON RAIL


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UN VERDE DIGNO DE SAN PATRICIO

Al momento de aterrizar en Dublín, todo se vuelve verde, los campos son verdes, los souvenirs son verdes, el ambiente es verde, un mundo donde Saint Patrick es el rey y la humedad pinta las praderas con pastos que alimentan los borregos y las vacas. Las calles de Dublín retumban con el son de la gaita y los pubs se llenan de un ambiente donde la cerveza Guinness es la reina, of course my dear.

El traslado del aeropuerto a la estación de tren permite tener una primera impresión de esa bella ciudad tranquila donde la gente sonríe, el sol se infiltra entre los árboles y el cielo azul perfora el humor y el glamour de un mundo típicamente irlandés. Es un país fuera de lo común, que seduce, que hechiza, que abraza y conquista para siempre.

EL TREN BELMOND GRAND HIBERNIAN
La estación de tren es una puerta para viajar en el tiempo, imaginando las damas de la bella época con sus elegantes vestidos largos o las de los años 20 al estilo jazz y charleston. El tren Grand Hibernian es la máquina del tiempo, donde el bar es acogedor, el comedor es clase, y los camarote hacen sentir el ambiente de los hermosos y elegantes viajes largos en tren.

BELFAST
El primer tramo lleva hacia el norte, siguiendo una costa de acantilados negros alternando con playas frías. Se alcanza entonces Belfast, la Irlanda del Norte, la irlanda británica. El cielo es generalmente más oscuro y el sol brilla de manera más tenue, las calles lucen un ambiente más apagado, no hay tantos movimientos y los edificios son más oscuros o grises. En un lugar de varias batallas, donde las religiones se enfrentaban, existe una serie de murales que iluminan las ideas de cada uno, las marchas para esos ideales; en un muro de la “Vergüenza” miles de firmas se enciman para decidir de un futuro mejor, de una vida llena de paz y amor entre hermanos.

Existe un memorial dedicado a otra tragedia: el Titanic. En los arsenales de Belfast fue construido el hermoso barco que hizo soñar el tiempo de una travesía fatídica. Aquí se diseñó, se construyo, se llenó de esperanzas e ilusiones, se vistió de gala con muebles y decorados elegantes antes de abrir su puerta a la alta aristocracia y los plebeyos que, con su frente en alto, iban a conquistar el nuevo mundo. Su vida se acabó pero en el lugar de su nacimiento se encuentra un fabuloso museo que cuenta su historia y su leyenda.

HACIA EL SUR
Noche a bordo en la tranquila estación de belfast donde antes retumbaban las bombas, cena espectacular, ambiente de antaño cuando el arte de viajar era el arte de vivir al ritmo del tiempo.

La mañana despierta con el tremor de las ruedas del tren, el balanceo de los vagones, la música de la gran máquina surgida de otro tiempo y lleva por cominos verdes donde los borregos viven con placer. El paisaje es un placer para los ojos, es una pintura de Monet con el fervor de van Gogh.

WATERFORD
Pasando las colinas verdes se alacanza el río Suir en la orilla del cual se encuentra la pequeña y encantadora ciudad de Waterford, históricamente y antiguamente, capital del condado de Waterford que forma parte de la provincia de Munster. Fue la primera ciudad de irlanda fundada por los vikingos en 914 y es hoy un tranquilo pueblo con unos vestigios de la antigua fortaleza como la torre Reginalds que impresiona por su tamaño.

Waterford es famoso por su fábrica de objeto de cristal, House of Waterford Crystal, desde los más sencillos floreros hasta los sofisticados candelabros. Cuenta con unas hermosas iglesias que imponen su sobriedad, como la catedral de The Most Holy Trinity que data de 1790.

DUBLIN
En la noche el tren arranca para regresar a Dublín, descansando en una noche tranquila en una estación de pueblo. Dublín es la capital, con sus calles peatonales vibran con los caminantes, sus pubs que retumban de palabras y cervezas servidas para alegrar al ambiente, bajo la protección de Saint Patrick.

Es esencial pasear a lo largo del río Liffey, para descubrir las hermosas casas que lo adornan. Dublín posee una rica herencia histórica como son sus dos famosas catedrales, la de la Santísima Trinidad y la de San Patricio, que cuentan con una hermosa arquitectura.

El Trinity College es también un must, sabiendo que en él estudiaron Oscar Wilde, Bram Stoker, Samuel Beckett, y es la universidad más antigua de Irlanda. Los mercados, los pubs, los parques bailan alrededor del río para dar una vida fastuosa y encantadora de una ciudad que nunca duerme, que fascina por su ambiente auténtico.

Irlanda es un país fabuloso que seduce por su ambiente verde, verde los campos, verde los anuncios, verde la ropa, verde en si misma, bajo la protección de San Patricio.

Es un poema que hechiza gracias a la calidez de su gente, donde la cerveza anima las almas y la cocina acerca a una maravillosa convivialidad. El romanticismo es siempre presente tras la historia de los valientes vikingos que las construyeron.

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