La Puertecita


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Un bello hotel boutique que multiplica su nombre y nos muestra muchas puertas por abrir.
Esta es La Puertecita, y se encuentra en el corazón de San Miguel de Allende.

Todo comienza en 1900 y con solamente ocho piezas y, del mismo modo que una puerta nos lleva a muchas otras, el hotel ahora cuenta con 24 espaciosas habitaciones, donde cada una se muestra como un perfecto reflejo de arquitectura mexicana; con techos abovedados y decoradas con el más puro estilo colonial.

La Puertecita se abre hacia sus visitantes y los esconde en su interior, brindándoles un lugar para relajarse y disfrutar de la histórica ciudad de San Miguel de Allende en una pacífica vacación y bajo la sensación de estar en medio del bosque; pues su arquitectura colonial se resguarda entre la gran armonía de la naturaleza.
La sensación de paz no viene sola, pues hay una leyenda que cuenta que el hotel está construido sobre una mina de cuarzos, lo cual influye en esa atmósfera tranquila; así como también a la proliferación de la abundante vegetación que luce.

Las entradas se presentan de modo distinto para cada persona, de ahí que las habitaciones se dividan en las categorías: De Luxe, Jr. Suite y Suite. Una vez elegido el portal, lo natural es un descubrimiento y éste se da con vista hacia los hermosos jardines del hotel.

Los caminos que valen la pena terminan por ser reconocidos, y es así como La Puertecita se registra –en 1992– como el primer Hotel Boutique en México, con categoría Cuatro Diamantes otorgada por la AAA, y reconocido por diversas guías turísticas como “El mejor hotel pequeño de México”.

El apetito se abre sólo al entrar en el restaurante-bar de gran clase a nivel mundial, localizado entre cascadas y espectaculares paisajes.

Hay algunas puertas que, entre más ocultas estén, más especiales son; es por ello que los huéspedes de este hotel boutique pueden disfrutar de una experiencia íntima reservando la única mesa en La Palapa; una terraza aislada, con techo de palma, rodeada de exuberante vegetación y fragancias naturales del jardín, con –además– perfecta vista al acueducto de 300 años de historia.

La Puertecita se abre para ser descubierta de todos los modos que uno pueda imaginar.