LOS SECRETOS DE MARSELLA


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por ANDONI ALDASORO
por ANDONI ALDASORO

Hay muchas razones para visitar Marsella, aquí el término “visitar” significa “vivir unos días, unas tardes, unos instantes… pero vivirlo”. Enlistar estos motivos resultaría una tarea tediosa e inútil, lo importante, en principio, es querer visitar la ciudad; lo siguiente, el probable desenlace para los afortunados, es efectivamente estar ahí. Una vez que se esté “viviendo” en Marsella, lo que te hizo venir será lo mismo que te hará mirar el reloj, calcular el tiempo, las distancias.

Cuando falte poco para las siete de la tarde dirigirás los pasos hacia el Vieux Port (Puerto Viejo), esperando llegar a Quai du Port, con sus terrazas y restaurantes, para cuando el bramido de las sirenas del puerto empiecen a gritar, acompañadas por las campanadas de la Basílica Notre-Dame de la Garde. Un largo suspiro mezcla de varios sonidos que hacen callar el bullicio de los presentes. Ahora es el momento en que debes respirar, pero no respirar de manera normal, sino de respirar de verdad, de absorber, de conocer, de tentar olfativamente, porque Marsella es un lugar cuya grandeza se puede conocer a través de su aroma.

ANTIGUA, APACIBLE Y ESPECTACULAR
Fundada hace más de dos mil años por emigrantes griegos procedentes de Focea, Marsella es la ciudad más antigua de Francia y, tras París, la segunda en tamaño. Un millón de personas habitan en sus 16 barrios que, en su gran mayoría, han sabido mantener un carácter auténtico de pueblo costero.
El calor y la espectacular vista hacen de Marsella un paraíso para las terrazas, donde la gente gusta de hacinarse y pasar las tardes. Marsella es un lugar para caminarlo, y después, para disfrutarse sentado bajo una fresca sombra, degustando un pastis (anís) helado y cayendo bajo el hechizo hipnotizante del vaivén de los barcos que esperan en el muelle.

La zona del Vieux Port, como es de esperarse, concentra la mayoría de bares y restaurantes de Marsella. Debido a su entorno tranquilo y plácido, es recomendable comer en esa zona, lo que no quiere decir que no existan buenos e interesantes restaurantes en otras partes de la ciudad, por ejemplo, en el cercano barrio de Le Panier.

DÓNDE COMER: L’EPUISETTE
No solamente por por sus platos galardonados con una Estrella Michelin (que ya es suficiente motivación) L’Epuisette es el lugar para ver y ser visto. Situado en los límites del Vieux Port, este restaurante es famoso también por sus increíbles vistas panorámicas sobre el Mar Mediterráneo. Los exquisitos platos, inspirados en la nouvelle-cuisine, están elaborados con los mejores ingredientes de los mejores chefs. Recomendamos el capón mediterráneo, acompañado de risotto de espelta y berenjenas a la parrilla Terre de Mars. Busca una mesa junto a la ventana para las mejores vistas. Contempla el Vieux Port por un lado y el Mediterráneo por el otro.

Desde una de estas mesas, Marsella huele a cocina de mar, mariscos sazonados con especias, a vino blanco, a aceite de oliva.

l-epuisette.fr

DÓNDE HOSPEDARSE: SOFITEL MARSEILLE VIEUX PORT
El Sofitel Marseille Vieux Port es dueño de uno de los lugares más espectaculares no solo de Marsella, sino de toda la Riviera Francesa. Situado en una de las colinas que domina el punto donde el Puerto Viejo se junta con el Mediterráneo, sus fabulosas vistas se combinan con instalaciones de cinco estrellas y la sensación de un gran hotel de cadena que ha conservado un toque sureño francés.

Desde las terrazas, el aire de la ciudad se percibe salado, a madera vieja, a una mezcla de elegantes perfumes que escalan los viejos muros del puerto.

sofitel-marseille-vieuxport.com

QUÉ VISITAR: MUSEO DE LAS CIVILIZACIONES DE EUROPA Y DEL MEDITERRÁNEO
Construido a un costado del mítico Fuerte Saint Jean, el MuCEM se inauguró en junio de 2013, y rápidamente se convirtió en el recinto cultural preferido por propios y extraños. El diseño de la construcción estuvo a cargo del arquitecto Rudy Ricciotti, y fue concebido como “un edificio de piedra, de agua y de viento”. Dos puentes unen el complejo del museo con el Fuerte, por un lado, y al barrio de Le Panier, por el otro. Estos puentes consiguen una continuidad al camino urbano entre la parte más antigua de la ciudad y las nuevas instalaciones culturales.

Desde las salas del museo, Marsella se antoja impregnada de tinta, de pintura, de la esencia única que desprenden las sombras, los grandes pasillos y el viento que los atraviesa.

mucem.org

QUÉ HACER: LA CORNICHE
A lo largo de varios kilómetros partiendo del Vieux Port, La Corniche en un largo balcón que se extiende a lo largo de la costa del Mediterráneo, que pasa por playas y pequeños barrios los cuales, entre más alejados de la zona turística, más auténticos.

Este paseo puede hacerse en automóvil, pero resulta más gratificante caminar sintiendo el aire impregnado de mar, apreciando las impresionantes vistas del Archipiélago de Frioul y las torres del Château d’If de la bahía.

Uno de los puntos más atractivos es el Vallon des Auffes, un puerto pesquero tradicional en una loma empinada, poblado por pequeñas cabañas viejas y rústicas. Desde esta larga cornisa, el aroma de mar es más concentrado, a pesar de ser un espacio más abierto, el olor a tierra, a pescado preparado en las cocinas cercanas, a sal y ya vegetación.