LES MOUSTACHES


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Tenemos mucho de “lo francés” en México, pero no cabe duda que lo mejor llega cuando las tradiciones y gustos de ambas naciones se combinan con elegancia y generan una extraordinaria propuesta.

Entre los muchos ejemplos de la influencia que Francia ha tenido en México, nos encontramos con: arquitectura, diseño urbanístico, literatura –con los modernistas mexicanos–, arte y, por supuesto, gastronomía. De hecho, no podemos olvidar que la primera intervención francesa en México implicó la comida, con la famosa “Guerra de los pasteles”, para luego abrir camino a toda una gama de influjos y mezclas, culminando en algo sumamente exquisito.

Debemos aceptar que lo mejor sucede cuando el núcleo queda intacto, y justamente eso es lo que el restaurante Les Moustaches propone. Les Moustaches, los bigotes, una costumbre tanto francesa como mexicana que combina la elegancia de allá con la imagen de acá: un restaurante de comida francesa con una de las mejores ubicaciones en la Ciudad de México. Se trata de un lugar ubicado en una de las zonas más exclusivas: entre la embajada americana e inglesa, en la calle Rio Sena #88. Un perfecto ejemplo de la riqueza que el legado francés deja en México.

Comentamos que el crédito a Francia va también sobre la arquitectura y la casa donde se encuentra este restaurante no es la excepción. Hablamos de una mansión señorial de la época de Porfirio Díaz, gobernador mexicano apodado como “el afrancesado”. Un periodo en el que deviene la mayor influencia del mundo francés en el país. Una casa elegante, grande, sumamente bien cuidada y muy resistente, pues soporta los dos niveles del restaurante, incluyendo los tres espacios privados ubicados en la parte superior: La Biblioteca para 4 a 8 personas, El Provenzal de 6 a 10 comensales, El Vitral para 12 a 24, así como la opción de hacer privado parte del segundo nivel, con vista a la calle Sena, y capacidad para 25 a 80 invitados. Todos ellos perfectos para reuniones o eventos privados, desde una junta de negocios hasta celebraciones familiares o con amigos. Por el lugar de estacionamiento no debemos preocuparnos, pues Les Moustaches cuenta con servicio de valet parking y estacionamiento privado.

Ya inmersos en ese ambiente distinguido y refinado, lo único que podemos esperar es un menú igual de espectacular. Los platillos típicos como la Sopa de Cebolla, los Caracoles a la Provenzal, el Foie Gras caliente, el Pollo Kiev o el Pato a las Cerezas Negras resultan absolutamente deliciosos; sin olvidar la oferta de varios inventos del chef, opciones frescas y singulares y deleitables como varios carpaccios, ensaladas, ceviches hasta la selección de platillos mexicanos, como Cazuela de Jaiba u Ostiones Le Moustache, sólo por mencionar algunos. El final siempre debe ser dulce, por eso no dejamos de lado los distintos sabores de Soufflé como: Pistache, Limón, Frangelico o Gran Marnier; u otras más como Créme Brulée, Crepas o la Bomba de Chocolate.

Por supuesto que todos los ingredientes son frescos y de temporada, provocando un cambio en el menú de vez en vez. Además, contamos con la garantía de que cada uno de los platillos son hechos en casa y de que, gran parte del tiempo, Luis Gávez, el dueño, está ahí para corroborarlo.

Cualquier sentada francesa exige un buen vino, y la cava de Les Moustaches no defrauda. La selección de la casa cuenta con alternativas de vino mexicano, francés, español, chileno, argentino y –por supuesto– champagne. Éstas se encuentran en un ipad y, además, podemos pedir el consejo del sommelier, con un conocimiento inigualable que logra el mejor maridaje.

El refinamiento no olvida el deleite por ello, además del inigualable menú y el servicio remarcable de Les Moustaches, nos encontramos con música en vivo de piano por las tardes, así como el dueto de piano y violín por las noches; ideal para acompañar una velada romántica.

Tal como la frase de Manuel Gutiérrez Nájera, uno de los más grandes representantes del modernismo mexicano, “De aquella cosa efímera nacía una cosa eterna”, Les Moustaches nace, hace 41 años, de la momentánea idea de crear un restaurante francés en esta mansión señorial, perdurando hasta ahora con el mismo provecho; y que sin duda lo seguirá haciendo por varios años más, posiblemente hasta llegar a la eternidad.