LA CONQUISTA DE LA GRAN MANZANA


Diseñadora de interiores y apasionada del arte, María Brito emigró de su natal Venezuela para estudiar en Harvard. Tras replantear su vida se mudó a Nueva York para hacer realidad su máxima pasión: intervenir los espacios y darles identidad.

Hoy en día, María Brito se ha ganado el respeto como curadora y coleccionista de arte contemporáneo, además de ser escritora y diseñadora de interiores, pero ejercer su vocación innata no fue una decisión que le tomó dos días.

“Al ser venezolana crecí en una cultura conservadora, Latinoamérica, donde uno tiene que ser médico ingeniero o abogado para tener aprobación social y éxito. Allá, como en México, dedicarse a una profesión artística enciende las alarmas y tus padres tienen miedo de lo que pasará con tu futuro, porque lo creativo es un hobby, algo momentáneo mientras trabajas en algo serio”, afirma María Brito.

Con ese antecedente, emigró a los Estados Unidos para estudiar derecho en Harvard. Aunque sabía que litigar no era su pasión, le fue bien, incluso terminó la carrera y trabajó en bufetes de renombre. Luego se casó y cuando estaba embarazada de su primer hijo empezó a cuestionarse: “no quería que ese ser algún día supiera que no me atreví a seguir mis sueños por temor e incertidumbre”. Ahí cambio todo, replanteó su vida y le dijo a su marido que dejaría la firma de abogados, “pero él pensó que las hormonas me tenían loca, y yo estaba más segura que nunca, tenía más claridad que la virgen María”.

María Brito tuvo una ruptura con el “deber ser” para seguir una intención de corazón, comprometiéndose a trabajar aún más duro para explorar sus talentos. “Le di la cara al mundo de lo que realmente soy”. Ahora, ella vive en Manhattan, dedicando su tiempo a la curaduría de arte y el diseño interior residencial, cuyos clientes son prominentes directores ejecutivos, celebridades y empresarios.

“La columna vertebral de todo lo que diseño es el arte contemporáneo y el crédito es de los autores que producen obras que me hacen soñar, pensar y sentir, porque a veces rondan temas políticos, sociales, emocionales y desahogos internos; como un corazón roto”, explica la también autora del libro Out There: Design Art Travel Shopping, que fue distinguido con el USA Best Book Awards, en la categoría Art & Design.

LA CRÍTICA
En un mundo comandado por hombres, María ha sabido enfrentar los rezagos de la cultura y educación, pero también ha sido presa del machismo que conoce tan bien por ser latina.

“Tengo suerte porque mi esposo es un hombre que me apoya y confía en mis ideas, me dice que es feliz viéndome plena como una mujer emprendedora. Sin embargo, a estas alturas no creo que el problema sea Venezuela, México o Donald Trump, lo cierto es que al mundo no le gusta ver a las mujeres triunfar, y no me lo callo porque no hay igualdad”, confiesa Brito. “Los hombres se respetan entre ellos, tienen un código de silencio y se ayudan, pero las mujeres se pisan unas a otras y se celan, aunque no sé si es una conducta hormonal, cultural o espiritual, pero eso debe cambiar ya”.

Tan fuerte ha sido ese choque cultural que durante los últimos 18 meses le han dicho infinidad de veces “eso no te hubiera pasado si no fueras mujer”. “Mis padres me dieron una base ética, con todos los defectos que puedan tener, me dieron un norte: “tu palabra, trabajo y comportamiento es lo más valioso que tienes”. Por eso cumplo lo que prometo, porque además es una ley kármica, si no eres confiable algún día Zeus te caerá encima”.

Como creativa estadounidense aprendió a dominar un fuerte ritmo de trabajo y a ser precisa en la ejecución de cada proyecto, “porque allá son así, no todo es malo, hay que abrazar lo positivo de una cultura y acoplarse a su manera de pensar”, añade.

“A mí, como a muchos latinos, Estados Unidos me ha dado una plataforma de negocios y proyección que no tendría en ninguna parte del mundo, pero no hablo de Los Ángeles ni de Miami, sino de Nueva York. Me siento orgullosa de vivir en la Gran Manzana desde hace 17 años y no me imagino mudándome a otro lugar.