Arquitectura Pura Le Corbusier


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Por Marlene Mizrahi

Funcionalidad, simplicidad y depuración son algunas de las características que definen el intelecto de uno de los máximos exponentes de la arquitectura moderna: Le Corbusier.

De todos los arquitectos importantes nos decidimos por éste ¿por qué? Bueno, en este caso por su gran aportación a los estudios de arquitectura que, hasta hoy en día, son objeto de aprendizaje.

Le Corbusier fue un arquitecto, pintor y teórico que, además de sus construcciones y planos arquitectónicos, dejó un importante legado de teorías escritas sobre arquitectura y arte. De hecho, es gracias a eso que su instrucción toma mayor profundidad y entendimiento, pues fue una persona que

tenía muy claro que, aparte de saber crear buenos edificios era necesario saber explicarlos y transmitirlos al resto de los profesionales.

Nuestro pensador, Charles Édouard Jeanneret-Gris, es un personaje nacido en Suiza que, como otros varios artistas, decide adoptar un seudónimo: Le Corbusier, que significa “el cuervo” y que es resultado de una variación del apellido de uno de sus ancestros; pero con un claro toque humorístico–. Por eso, no debe sorprender sí en alguna otra parte de este texto nos referimos a este gran arquitecto bajo el nombre de dicha ave negra, característica, por cierto, de la obra de Edgar Allan Poe quien, además de su posición como artista, nada tiene que ver con el arquitecto en boga.

Se ha mencionado su función como teórico, y por eso resulta menester mencionar la revista L’Espirit Nouveau, la cual funda junto a Paul Dermée en 1920 y donde publica numerosos artículos de pintura, teoría artística y teoría arquitectónica. El análisis de varios sectores del arte, lleva a nuestra figura suiza a crear el movimiento purista (junto con Amadeo Ozenfant), una corriente que se deriva del cubismo – muy en auge en aquél entonces –; y que resulta esencial para comprender su filosofía arquitectónica.

A los artistas se les tacha muchas veces de idealistas, y Le Corbusier cabe en éste segmento aunque, a diferencia de muchos, logra –desde la utopía – obras reales y funcionales. Pues, como visionario, contemplaba la posibilidad de cambiar el mundo a través de la arquitectura. Su postura política se enfocaba a lo liberal y como tal, logra advertir todo proceso de diseño con fines ilusorios; una gran contribución a la arquitectura en general.

Le Corbusier es uno de los pocos creyentes del racionalismo que lo hacen funcionar tal y como se esperaba: a favor y no en contra de la especie humana. Completamente influenciado por el espíritu racionalista de su época, nuestro arquitecto, deslumbrado por las entonces nuevas máquinas, crea el concepto “Machine á habiter” (Máquina para vivir). Un criterio que considera –principalmente– que los automóviles y aviones modernos cuentan con diseños prácticos y eficaces. Por consiguiente, los toma como modelo para una arquitectura cuya belleza esté basada en la practicidad y funcionalidad.

También, con la idea de “Machine á habiter”, El Cuervo pone énfasis no sólo en el componente práctico de la vivienda, sino que ésta debe estar destinada al vivir –desde un punto de vista metafísico –. Asimismo, piensa que el objetivo de la arquitectura es generar belleza y ésta debe afectar la forma de vida de quienes se encuentran dentro de la construcción.

Podría ser a partir de ésta última idea que Charles Édouard crea el Modulor. Un sistema de medidas basado en las proporciones humanas, en que cada dimensión se relaciona con la anterior por el Número Áureo (un número irracional), para que sirva de patrón en cuanto a las partes de arquitectura. Toma primero la escala del hombre francés promedio de la época y más adelante, añade la del policía británico. De esta forma, retoma el ideal antiguo de establecer una relación directa entre las proporciones de los edificios y las del hombre.

Después de ver este intento por construir una arquitectura a partir de las medidas del hombre que paseará entre sus columnas y paredes, podemos afirmar una percepción urbanista –otra de las grandes singularidades de Le Corbusier–. En 1926, el arquitecto suizo presenta el documento “Cinco puntos de una nueva arquitectura” en donde expone, de forma sistemática, sus ideas arquitectónicas. En breve enliste, se trata de:

1. Pilotes en la planta baja para movimiento y aparcamiento de automóviles;

2. La planta libre, a partir de una estructura independiente y donde se aprovecha la tecnología del hormigón armado (con pilares en los que se apoyan las losas);

3. La fachada libre, en la que la estructura se retrasa de la fachada liberándola de su función estructural, lo que también permite una composición independiente;

4. La ventana alargada, igualmente para la liberación de muros exteriores y con la intención de una mejor iluminación natural y

5. La terraza-jardín, pues para Le Corbusier la superficie que la vivienda ocupa en la naturaleza (quitándole su propio espacio), se la debe devolver en forma de jardín en la cubierta del edificio; lo cual además permite aislamiento térmico sobre las losas de hormigón.

“La Arquitectura es el juego sabio, correcto y magnífico de los volúmenes bajo la luz”, ésta es una más de las frases célebres de nuestro arquitecto y, a su vez, es una que nos acerca a la luz final de este artículo. La arquitectura de Jeanneret-Gris resulta ser altamente racionalista, purificada (con el uso de materiales sin disimularlos; pues nota la posible belleza de las líneas depuradas, sin adornos ni elementos superfluos).

Los proyectos de Le Corbusier dan una sensación de libertad –al menos para el desplazamiento de la mirada y facilidad de movimientos –, al mostrar un excelente aprovechamiento de la luz y las perspectivas de conjunto. El edificio debe invitar a ser recorrido y a partir de eso, se le podrá comprender en su totalidad; tal y como este texto que concluye después de haber sido leído y, ojalá, gustado.