CHURCHILL, MANITOBA
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En la casa de los osos polares
Ballenas Beluga, glotones, zorros, aves árticas, además de los célebres osos, conforman el paisaje iluminado por auroras boreales en este lejano pueblo canadiense.
TEXTO Y FOTOS Andoni Aldasoro
La vida en Churchill no es sencilla. A la izquierda, el pueblo está delimitado por el Río Churchill, mismo que desemboca en la gigantesca Bahía Hudson, que tenemos al frente, si nos paramos mirando hacia el norte. Hacia el sureste, en el mapa, tenemos el Parque Nacional Wapusk, una gran mancha verde que para estas fechas es más bien una mezcla del naranja amarillento del pasto quemado, y del blanco de la nieve que pronto lo cubrirá todo; este parque es casa de los habitantes más famosos, más cuidados y más temidos de Manitoba: los osos polares.
Arribar a Churchill es quizá la parte más complicada del viaje. Ni el frío ni el posible peligro de un encuentro con un hambriento y enorme mamífero (hecho común por estos rumbos), se comparan con la aventura de viajar de la Ciudad de México hasta la Capital Mundial de los Osos Polares y Ballenas Belugas. Hay dos maneras distintas de medir las distancias: la canadiense y la del resto del mundo. Para los primeros, un viaje en avión de tres horas se sigue considerando “cerca”; para los demás, no tanto. El gran viaje fue de la siguiente manera: Ciudad de México – Toronto – Winnipeg – Churchill. Una vez arribando al minúsculo aeropuerto de Churchill, todo lo que sigue, incluso el frío y el posible peligro, conforma una aventura inolvidable.
Buscando grandes y peludas manchas blancas
Hay varias compañías que ofrecen visitar el Parque Nacional Wapusk buscando encontrar osos polares, pero ninguna como Frontiers North Adventures. A bordo del Tundra Buggy, un vehículo hecho a la medida para recorrer este irregular terreno, vamos mirando al lejano y congelado horizonte, esperando vislumbrar una mancha blanca grisácea de cuatro patas. Cuentan con varias aventuras tanto en invierno como en verano, pero una de las más atractivas es hospedarse en el Tundra Buggy Lodge a mitad de la zona donde habitan más osos. Este espacio de alojamiento cuenta con coche-restaurante y varias plataformas donde se pueden ver osos polares de manera segura.
Sobre un trineo jalado por perros
Otra de las experiencias indispensables en Churchill, es abordar uno de los pequeños trineos que varios perros entrenados jalan por la gran campiña de la región. David Daley, mejor conocido como Big Dog, es el líder de la camada canina de Wapusk Adventure. Este equipo no sólo se dedica a pasear viajeros aventureros, también participa en competencias internacionales, resultando ganador en varias. Los tours que ofrecen también incluyen observar auroras boreales y avistar los pájaros nativos de esta orilla de la Bahía Hudson. También cuentan con una tienda de artículos y souvenirs con este tema en el centro del pueblo.
Un pequeño hotel en un pequeño pueblo
A lo largo de Kelsey Blvd., la calle principal de Churchill, solamente hay ocho calles repartidas por el breve poblado que no llega a los 900 habitantes. Aquí el lujo viene en forma de aventura, y de ésta última hay mucha. Hay varias opciones para hospedarse, una de las más convenientes es Tundra Inn, a pocos pasos del único supermercado de Churchill. Este hotel ofrece todo lo que necesita el viajero ártico: wifi, calefacción, agua caliente, camas cómodas y cálidas, y un desayuno abundante en grasas y carbohidratos, elementos que agradeceremos cuando el termómetro descienda de los -15°C.
Arte e historia Inuit
El término “esquimal” está mal visto desde hace varios años. La manera correcta de referirnos a los primeros pobladores del ártico canadiense es Inuits, y para conocer su pasado histórico y cultural debemos visitar el Itsanitaq Museum. El espacio está poblado tanto por escenas de caza y recolección esculpidas en huesos de ballena; herramientas talladas en astas de caribú; arpones y lanzas; y figuras de osos provenientes de las culturas pre-Inuit, Thule y Dorset; como por animales disecados. Este recinto cultural cuenta con una librería con la mayor cantidad de libros de historia, naturaleza, cultura y ficción tanto de los Inuits como de los colonizadores ingleses, a la venta en el pueblo.