ALASKA PARAISO DE TODO MOMENTO


por TONY SCHEFFLER Y GABY MARTÍNEZ

Alaska forma parte de Estados Unidos como estado, se sitúa en el extremo noroeste de América del Norte y con capital en Juneau. Fue el penúltimo en incorporarse a este gran país, sustituyendo a Texas como el estado más grande de la nación. Se halla rodeado por los océanos Ártico y Pacífico, comparte frontera con Canadá y está separado de Rusia por el estrecho de Bering.

Alaska recibe el nombre del vocablo aleutiano alyeska o alaxsxaq, que significa “tierra grande”, o más literalmente: “el objeto contra el que la acción del mar es dirigida”.

La bandera de Alaska representa, sobre fondo azul, las estrellas que forman la constelación de la Osa Mayor, mientras que en la esquina superior derecha está la Estrella Polar.

Estados Unidos trató, durante las primeras décadas del siglo XX, de mejorar sus comunicaciones –sobre todo para conectar el estado con el resto del país, por ferrocarril –, así como promover la colonización del valle de Matanuska. Sin embargo, la Segunda Guerra Mundial y las batallas navales en las islas Aleutianas con Japón cambiaron el rumbo de la política de los EE.UU en los asuntos de Alaska. Así, en 1942, se construyó en meses la Autopista Alcan, una carretera de comunicación que garantiza la defensa del territorio y, a su vez, se establecieron nuevas bases militares –de radares, por ejemplo – y se promovieron asentamientos civiles. El final de la guerra mundial y el comienzo de la Guerra Fría aceleraron la necesidad de integrar este territorio a la Unión. En 1959, Alaska fue por fin aceptada como 49° estado de los Estados Unidos de América.

El descubrimiento de importantísimos yacimientos petrolíferos ha permitido un enorme crecimiento económico en Alaska durante las últimas décadas; pese al aislamiento geográfico y las duras condiciones de vida. El mayor hito de su desarrollo ha sido la construcción –a partir de 1974 – del Trans-Alaska Pipeline, un oleoducto de 1.269 km que une la Bahía Prudhoe con el puerto de Valdez.

A pesar de que Alaska es el estado más grande de EE.UU., no hay nada especial que pasar en las noticias, lo cual llena de alegría a sus habitantes, pues están ausentes de los problemas que aquejan a casi todo el mundo. La mayor parte de su territorio contempla la impresionante belleza del desierto y las incomparables vistas de los caprichosos diseños que forman los numerosos glaciares. El clima severo con prolongado invierno no merma al turismo que, en su mayoría y cada vez más, acude a recorrer sus atractivos en cruceros para admirar la noche polar y las Aleutianas con los esquimales del antiguo territorio del Imperio Ruso.

HISTORIA SINGULAR
Los primeros pobladores de este estado fueron grupos de hombres que provenían de Asia, quienes cruzaron el Puente de Beringia y alcanzaron lo que actualmente es el oeste de la península de Alaska. La mayoría, si no todos, los pueblos “nativos americanos” provienen de gente que cruzó el estrecho de Bering antes de emigrar hacia el sur del continente. El primer contacto de exploradores europeos con los habitantes de la región lo tuvieron los rusos, que contactaron con el pueblo Inuit y otras poblaciones nativas.

Después de un tiempo la Compañía Ruso-Americana empezó la colonización de la costa, y en 1790 ya había asentamientos en la región. La principal actividad en la zona era la caza de nutrias, aunque la colonia nunca fue rentable debido al elevado coste de los navíos necesarios para ello. A pesar de que en un principio el contacto con los nativos fue cordial, pronto se produjeron encuentros violentos, que unidos a las enfermedades transmitidas por los europeos, exterminaron a cuatro quintas partes de la población originaria. El primer asentamiento permanente por parte de Rusia se estableció en 1784, mientras que la evangelización tomó lugar en 1794: llegaron a la Isla Kodiak ocho monjes dirigidos por el archimandrita Ioasef, con la misión de expandir el cristianismo ortodoxo, religión oficial de Rusia.

Los españoles reclamaron los derechos que la bula Inter Caetera les daba sobre la costa oeste de Norteamérica, que incluía Alaska. El rey Carlos III de España organizó varias expediciones a la región para intentar colonizarla. Las expediciones de Bruno de Heceta y Alejandro Malaspina han dejado algunos topónimos en la región, como el Glaciar Malaspina o la ciudad de Valdez. También, los británicos, siguiendo el ejemplo de la corona española, enviaron exploraciones a la zona, como las de James Cook.

LUGARES QUE VISITAR
No hay que dejar de visitar numerosos lugares de entretenimiento como: el Monumento de la Segunda Guerra Mundial, el Holy Ascension of our Lord, la laguna de Westchester de aves acuáticas, El Kenai Fjords, la cascada Hourse Tail, Point Woronzoff, el Glaciar de Portage, el Cuddy Family Oark, la maravillosa escultura de hielo, el Emporio Chitina, el Riverboat Chena y Tanana, así como la espectacular Mina de oro “El Dorado”.

HOTELES POR DOQUIER
Hay infinidad de hoteles donde hospedarse ¡y para todos los gustos! Como ejemplo están las típicas cabañas, o los bien reconocidos hoteles de lujo como: Land’s End Resort Hotel, Silver Salmon, River Edge Resort, Summit Lake Lodge, Historial Anchorage Hotel, Hotel Hilton, Hotel Marriot, Anchorage International Hotel, Hotel Captain Cook, Alyeska Prince Hotel, Swiss Alaska Inn, Fairview Inn, Seward Windsong Lodge, Hotel Elk Run Inn, entre muchos más.

Alaska está entre los destinos estrella de los cruceros por zonas de naturaleza virgen. Cada vez son más las personas que optan por un crucero para sus vacaciones, como también lo son las que repiten y buscan nuevas experiencias. Una vez que conocen el Mediterráneo y el Caribe, los turistas buscan destinos exóticos, únicos y diferentes a los cruceros comunes; encontrando en Alaska un destino magnifico para vivir esta interesante experiencia.