MADRID


Letras, tapas y obras de arte, la capital española, aquella vieja ciudad, ha rejuvenecido tanto que los visitantes asiduos volverán sin duda a enamorarse mogollón.

por ANDONI ALDASORO / fotos TURISMO MADRID

Ya sea sobre las baldosas de la Plaza Mayor; en los elegantes pasillos del Museo del Prado; durante una caminata en los jardines del Palacio Real; o en alguno de los cientos de bares de tapas (todos buenos, todos recomendables); o en cualquier callejuela bañada del ocre que el atardecer brinda; no hay manera de dar un paso en Madrid sin pisar la letra de una canción, los renglones de algún libro, las notas alargadas de una de las tantas melodías inspiradas en ésta, la capital de España.

En el mismo tenor, es imposible sentarse en cualquier terraza sin ocupar la silla que alguna vez ocupó Leopoldo García Panero, Penélope Cruz o Antonio Vega, escritor, actriz y cantante, respectivamente. Mucha gente, más o menos talentosos que nosotros, ha estado donde estamos ahora, y como si hiciera falta algo más, todo se amalgama en un gran ente que nos confirma que Madrid mola, y que mola mogollón.

DESPARRAMARNOS EN EL VAIVÉN

Con una luz deslumbrante y cielos azules brillantes durante casi todo el año, Madrid sería una ciudad energizante incluso sin los museos y sin la animada vida nocturna. El viejo centro también se ha modernizado con nuevas boutiques, tiendas de delicatessen, cafés y gastrobars que se abren cada semana, pero siguen siendo los bares de tapas tradicionales y las pequeñas tiendas que son el representante más genuino de la ciudad.

Donde sea que el viajero ocasional se aloje, la distancia hacia cualquiera de los museos será caminable. La visita a El Prado (museodelprado.es), el Thyssen-Bornemisza (museothyssen.org) y el Reina Sofía (museoreinasofia.es), con sus asombrosas colecciones, será una escala imposible de esquivar.

La esencia de Madrid es la espontaneidad e incluso los mejores planes tienden a olvidarse después de un par de días mientras te dejas llevar (o desparramarse, como diría Nacho Vegas) en el vaivén de la ciudad. No debemos sentirnos culpables si abandonamos los itinerarios, solo significa que te estás comportando como un verdadero madrileño.

UN GRAN CONJUNTO DE BARRIOS

Madrid se extiende al este en la cuadrícula del Barrio de Salamanca del siglo XIX y hacia el norte a través de los barrios de Chamberí y Chamartín, pero la parte de Madrid que atrae a los visitantes de todo el mundo es su centro histórico, situado entre el Palacio Real y el Parque del Buen Retiro. Un conglomerado de edificios de la Belle Époque con fachadas intrincadas, residencias con techo de terracota e iglesias mudéjares renacentistas de ladrillo rojo. Madrid es una maravilla majestuosa, pero el aspecto más memorable de la ciudad puede ser su cultura de estar al aire libre tanto como sea posible: patios de restaurantes, pulgas los mercados, los parques y las plazas siempre están llenos de madrileños.

No todas las atracciones más memorables de la ciudad tienen siglos de antigüedad. El centro de artes CaixaForum es un triunfo arquitectónico de Jacques Herzog y Pierre de Meuron. Las torres futuristas de Norman Foster y César Pelli han cambiado el paisaje del norte de la ciudad. Otros proyectos recién terminados incluyen Madrid Río, que ha agregado casi 20 millas de espacios verdes a lo largo de las orillas del río Manzanares, y el centro cultural Conde Duque, un paraíso multidisciplinario que alberga proyecciones de películas, noches de baile, lecturas de poesía y más.

ESE MOMENTO DEL DÍA LLAMADO “TAPAS”

El tapeo es toda una institución, por lo que en la mayoría de los bares te sirven algo de aperitivo, gratis por supuesto, para acompañar tu bebida. No importa que sean calamares fritos (clásicos en Madrid), pintxos de chistorra, manchego, gambas salteadas, croquetas o boquerones. “Ir de tapas” es un verdadero acto social y suelen ir de la mano de una “caña”, como llaman a un vaso de cerveza.