ROSSINAVI AURORA
UNA DIOSA DENTRO DE UN PALACIO
por EDMUNDO A. EGUIARTE
fotos ROSSINAVI YACHTS
Por primera ocasión tenemos la oportunidad de hablar de este astillero que permanece como una joya escondida en Viareggio. Un astillero propiedad de una familia y manejado como eso, una empresa familiar. Esta perspectiva le da la ventaja de llevarse con profesionalismo pero en un ambiente distinto al corporativo, lo que da un valor agregado ya que construir un yate de esta envergadura requiere mucho trabajo y – a pesar de lo que se puede pensar – genera mucha presión y estrés entre todos los involucrados ya que hay fechas que cumplir, muchos detalles y problemas que surgen que se deben de solucionar.
En una familia sana, eso se logra sin problemas y dejando atrás los egos, lo que culmina en un beneficio para todos. En el caso de este Rossinavi llamado AURORA, la conclusión es un cuento de hadas. Tanto el interior – desarrollado por Achille Salvagni – como el exterior – de la mente de Fulvio de Simoni – hacen una mancuerna perfecta.
El exterior es apabullantemente hermoso, las líneas que recorren desde la proa hasta la popa son agresivas, masculinas y sin embargo tienen un je ne sais quoi que les resta potencia haciéndolas lucir más suaves sin perder su masculinidad. El corte lateral en ambos costados de la proa le dan un aire deportivo sin igual, y el arco extendido desde la cubierta superior hasta la popa le dan una proporción y una armonía que ayuda al concepto general.
El interior es una mezcla de eclecticismo y tradición, el contraste de formas irregulares con maderas barnizadas y de alto brillo. Mármol en contraste con espejos biselados y con acabados en negro, maderas en los baños. En fin, una mezcla muy interesante muy masculina pero definitivamente si dejar un toque hacia el lado femenino. El interior es una obra maestra por su complejidad y por la utilización de patrones irregulares que hacen contraste con superficies prolijamente barnizadas y homogéneas.
La cubierta inferior es el espacio en donde encontramos el beach club que sirve de atrio para la entrada si estamos llegando o para salida si nos despedimos de esta belleza flotante. También sirve como área de esparcimiento y de preparación si vamos a practicar algún deporte acuático. Aquí hay medio baño y un sauna. Hacia la proa encontramos el garaje para juguetes los dos tenders – uno Castoldi – moto de agua y un par de Seabobs. Lo siguiente es el cuarto de máquinas. Más adelante están dos camarotes para invitados y más adelante todo es espacio para la tripulación: cocina, espacio recreativo, lavandería y cuatro camarotes.
La cubierta principal es la más vibrante de todas, todo aquí está concebido para disfrutar del espacio y de la compañía. El camarote del dueño es muy generoso con los espacios y con el diseño que permite sacar el mayor provecho del espacio. Un lobby nos invita a entrar a nuestra derecha y lo primero que vemos es un gran vestidor que es clóset por ambos lados; A la izquierda nos impacta la visión de un enorme camarote que aprovecha toda la manga de este yate. A estribor encontramos un escritorio y a babor un sillón con descanso para pies y justo un poco atrás de esta zona encontramos el baño que es muy amplio. Tiene dos lavamanos y la regadera separada.
Hacia atrás encontramos dos camarotes más para invitados y lo que llama la atención es que las camas tienen como cabecera el costado del yate una posición algo diferente a lo que comúnmente encontramos – aunque tiene la peculiaridad de parecer una tendencia generalizada – estos camarotes son lo más cómodo posible y una cosa que sorprende en su exterior, en el lobby que comparten, se encuentra como una isla, una declaración del gusto y la finalidad de este yate – disfrutar la vida – una cava que constituye una parte fundamental a bordo.
Hacia la popa encontramos el comedor, para diez comensales y la sala que es una muestra del buen gusto del dueño y la buena asesoría de los diseñadores. Ya al exterior encontramos otro comedor, más informal, pero con igual belleza y con la vista al océano infinito. Por último encontramos una sala informal en la que podemos tomar un aperitivo o digestivo previo a nuestra comida o cena, o simplemente reposar a nuestro abordaje.
La cubierta superior es el lugar en donde ubicamos el segundo camarote del dueño, aquí la joya de la corona es el tragaluz que – además de iluminar, lo cual es obvio por la función propia de un elemento así – es que tiene un componente de efecto visual gracias a la iluminación, la utilización de formas geométricas irregulares y las tonalidades de las maderas utilizadas. Es un pequeño detalle que grita a los cuatro vientos: “… a bordo hay belleza, mucho diseño y arquitectura aún en detalles como éste …”.
Más adelante encontramos el dominio del capitán, desde su camarote puede acceder prontamente al puente de mando que es la parte esencial para una buena experiencia en esta magnífica embarcación que es, por decir lo menos, una maravilla flotante.
Lo más importante de este yate es que, sin sacrificar personalidad, belleza, practicidad o funcionalidad es discreto y llamativo a la vez. Es una muestra clara de que quien sabe que su trabajo es excelso, no requiere llamar la atención, su trabajo habla por sí sólo. Y Rossinavi está consciente de ello.