LÜRSSEN “MADSUMMER”


 

UN VERANO INOLVIDABLE

 

por Edmundo A. Eguiarte / fotos Lürssen Yachts / Jeff Brown / Giorgio Baroni

 

El mismo nombre nos da una idea de un verano inolvidable que podemos pasar a bordo de este palacio flotante que acaba de ser botado en Julio de este 2019 con la enorme expectativa del otrora conocido como Project Fiji y ahora bautizado como Madsummer (este es el segundo yate con ese nombre fabricado por Lürssen para el mismo cliente). Sin duda, un yate que demuestra que su propietario – un fanático de la náutica y apasionado de agasajar y disfrutar con amigos y familia – no tiene ningún reparo en tomarse el tiempo necesario para completar un proyecto que tanto por sus dimensiones como por los requerimientos propios requiere una destreza técnica y un conocimiento del desarrollo, proyección y ejecución de retos de esta envergadura. En el mundo hay pocos astilleros con esta capacidad y experiencia y el primero que viene a la mente es Lürssen.

 

Si con los trescientos once pies y pulgadas (95 metros) de eslora de este yate no alcanzamos a dimensionar el tamaño, cabe resaltar que tiene espacio para cuatro tenders (la más grande de 11 metros, la siguiente en tamaño de 10 metros y así otra de 6.7 metros y la más “pequeña” es una de 6.0 metros de eslora).

 

Otro dato que nos puede ayudar a dimensionar de que estamos hablando son las cinco cubiertas habitables, porque en realidad hay dos más, una de tanques con un área para la tripulación y otra conocida como “doble fondo” que es en dónde hay parte de los tanques tanto de diesel como de agua potable, aguas grises y aguas negras.

 

También podemos basarnos en los dos motores de dieciséis cilindros en “V” que proporcionan nada más y nada menos que 5,120 caballos de potencia – más que cinco Bugatti Veyron juntos – definitivo, es un Megayate que impacta al navegar pero aún más cuando nos invitan a abordar, hasta espacio para la mascota hay.

 

El color azul, por si había lugar a duda, es el color favorito del dueño y en los diez camarotes se hace notar, aunque una particularidad – no muy común de ver en un yate – es que cada camarote es totalmente distinto en cuanto a color y decoración – encontramos uno naranja, uno azul aquamarino, otro azul marino, uno rojo y así sucesivamente. El espacio en dónde menos se nota el azul pero sigue estando presente, es en el SPA.

 

El interior es una obra de Laura Sessa quien ya tiene un historial con el propietario de Madsummer y que es más que reconocida en distintos ámbitos por su audacia en las propuestas y su magnífica manera de interpretar, y a veces reinterpretar, los deseos de sus clientes. Todo el interior tiene un sello muy particular y difícilmente podamos confundir esta embarcación con cualquier otro yate o casa en cualquier parte del mundo.

 

Con alfombras hechas de seda, mármol de Calacatta en los baños, espejos con marcos de madreperla teñido a mano para que hagan juego con cada uno de los camarotes y un sinnúmero de detalles que hacen que cada espacio, cada rincón sea una obra maestra funcional. En otras partes del yate encontramos alfombras de lana, maderas laminadas con bronce y detalles como la grifería de los baños bañadas en oro rosa.

 

El exterior se lo debemos a la mente maestra de Harrison Eidsgaard que, con la línea general trazada por el dueño, su interpretación del exterior de un yate con un perfil moderno y a la vez atemporal lo que brinda un beneficio a este propietario y, cuando llegue el momento, de los siguientes propietarios. Básicamente la propuesta es hacer una embarcación funcional, con muchos espacios abiertos al exterior y con una fluidez que permita movernos de manera natural. Es curioso cómo comenzó la relación entre el dueño y Eidsgaard, todo inició por un avión y cuando el dueño vio que también diseñaban yates la reunión pasó del cielo al mar, así tan solo – sarcasmo incluido – dieciocho meses y treinta y cuatro diseños después comenzó la historia del segundo Madsummer construido por Lürssen, es decir inició la construcción.

 

Aquí hay que hacer una pausa para ver la cantidad de horas que lleva la negociación de un yate de estas dimensiones al igual que su construcción. Los dieciocho meses mencionados en el párrafo anterior sólo fueron el previo, durante este tiempo todas las propuestas hechas por Eidsgaard y Sessa pasaron al punto de control que es el departamento de Ingeniería de Lürssen en dónde los sueños se convierten en realidad y reciben aprobación por parte del constructor así es como de los 85 metros de eslora originales este Megayate creció a 95 metros.

 

Y tan solo treinta meses después el proyecto se volvió una realidad en la que el dueño puede navegar por los siete mares y disfrutar de su nueva adquisición, por cierto el tema del avión al final se resolvió con un hidroplano que hoy también tiene su espacio a bordo de Madsummer.

 

Este yate está pensado para dar la bienvenida a dieciocho invitados aparte del dueño y su pareja, veintitrés personas de tripulación más seis oficiales, es decir, en su punto máximo hay espacio para cuarenta y nueve personas. El elevador facilita la movilidad a bordo ya que conecta cuatro cubiertas como un hilo conductor.

 

Estoy convencido que un verano a bordo de esta maravilla marítima se puede convertir sin problema en un verano inolvidable.