EL SPA NATURAL


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MÁS GRANDE DEL MUNDO

Entre los límites de Jordania e Israel se encuentra el Mar de Sal o comúnmente llamado Mar Muerto, un soberbio paisaje entre montañas que, desde la era bíblica, es un paraíso con una alta concentración de minerales que mejoran la apariencia de la piel, donde hay hoteles que ofrecen tratamientos regenerativos.

por ARTURO EMILIO ESCOBAR
fotos ARTURO EMILIO ESCOBAR Y MINISTERIO DE TURISMO DE ISRAEL

A un par de horas en automóvil desde Tel Aviv, pero más cercano a Jerusalem, se encuentra el desierto de Judea y la montaña de Sodoma (sal) que cautivan por sus matices ocres y amarillos. Mientras el auto avanza percibo que vamos descendiendo, pues nos acercamos al gran depósito de agua con brumas azuladas: el Mar de Sal, llamado así por los israelíes, o mundialmente conocido como Mar Muerto.

Este “mar” es realmente un lago que recibe aguas del Mediterráneo y el Río Jordán, pero no desemboca a ningún otro lugar, su único ciclo natural es la evaporación, la cual produce una alta concentración de minerales y oligoelementos que son benéficos para el cuidado y la salud de la piel.

Al bordear la extensión israelí, a 395 metros bajo el nivel del mar, siendo el punto más bajo y oxigenado del planeta, descubrí con asombro que en pleno desierto se han construido varios complejos para el turismo como el Crowne Plaza Dead Sea, el Isrotel Dead Sea Hotel & Spa, el David Dead Sea Resort & Spa, el Daniel Hotel, el Leonardo Plaza, el Tzell Harim y el Herods, por mencionar algunos.

El hotel Crowne Plaza, por ejemplo, ofrece tratamientos de spa terapéuticos y acceso a sus piscinas de agua dulce, solario y playa privada. Antes de tomar su relajante masaje insignia con aceites orgánicos o ser cubierto por el cálido barro negro del lago, el concierge te brinda un bocadillo kosher y te sugiere entrar, al menos 30 minutos, al jacuzzi o a la piscina climatizada con agua del Mar de Sal, rica en magnesio, calcio, sílice, bromo, sodio, potasio y otros 21 minerales esenciales que no se encuentran en ningún otro mar u océano del mundo. Los amplios ventanales del área acuática cubierta son bañados por el sol y miran hacia los acantilados del desierto de Jordania, esculpidos por el viento.

Casi todos los hoteles israelíes de lujo se ubican frente al mar, con playas privadas que te permiten tomar el sol, cubrirte de barro o simplemente descansar mientras degustas algún aperitivo. Sin ninguna duda, la mayor atracción y experiencia que jamás hayas vivido es entrar caminando, paso a paso, en las aguas del Mar Muerto, porque no hay olas, la quietud del agua desconcierta y la risa de algunos bañistas anticipa un momento que nunca olvidarás.

Cuando el agua me llegaba al abdomen, alcé las piernas, y de inmediato sentí una extraña fuerza que me empujaba hacia arriba, flotar es inevitable, pues la concentración de sal es diez veces más alta que la del océano (el agua de cualquier mar tiene dos por ciento de sal, pero aquí tiene 20 por ciento), por eso nadie se hunde y los brazos me sirvieron para estabilizar mi cuerpo y agradecer a Dios. Antes de entrar al mar, nuestro amigo israelí y guía de turismo, Moshe Cohan, nos recomendó no meter la cara bajo el agua y mucho menos tallarnos los ojos, pues la sal puede provocar irritación y ardor, por eso hay que seguir las reglas.

La salinidad del Mar Muerto es extrema, cada litro de agua contiene 340 gramos de sal, por lo que cualquier atisbo de vida, ya sea animal o vegetal, es imposible.

Sin embargo, su fama internacional se debe a sus minerales que disminuyen las afecciones dermatológicas y reumáticas, mejorando la capacidad de hidratación, el sistema circulatorio y la renovación de células corporales. Su efecto détox actúa como exfoliante de la piel, limpia las impurezas y favorece la suavidad.

EL SECRETO DE LA REINA EGIPCIA

Desde la antigüedad las aguas del Mar Muerto son reconocidas por sus propiedades cosméticas, por eso, según la leyenda, la misma Cleopatra acudía frecuentemente para aprovechar sus efectos rejuvenecedores y conservar su belleza. Además, así como lo hacía el rey Herodes, cubría su cuerpo con el lodo o barro negro que generosamente surge de la tierra y el fondo del lago, cuyos 80 kilómetros de largo por 14 de ancho son considerados el spa natural más grande del mundo, un lugar visitado tanto por israelíes y jordanos, así como por europeos y americanos que son atraídos por su exótico paisaje y el milagro dermatológico.

En los resorts y spas de la región ofrecen un tratamiento que hubiera amado Cleopatra, por ejemplo, en el spa del hotel Crowne Plaza la terapeuta israelí me brindó una bebida frutal y después me pidió recostarme en la cama de masajes para cubrir todo mi cuerpo y cara con una gruesa capa de barro, calentado a una temperatura agradable, para luego envolverme con una tela plástica y algunas toallas que mantendrían el calor por al menos 30 minutos. Con una tenue luz y la relajante música de fondo me pidió cerrar los ojos y meditar. Cuando pasaron cerca de 50 minutos ella regresó y quitó las compresas, luego tomé una ducha con chorros de agua tibia a presión que me revitalizaron por completo.

El barro negro-grisáceo, cuya consistencia es parecida a la arcilla húmeda, es un desintoxicante, exfoliante y suavizante natural. Además, ayuda a disminuir el tamaño de los poros, alisa las arrugas, mejora la elasticidad y nutre la piel por sus diferentes minerales activos. Actualmente, Ahava es la marca de cosméticos israelí de mayor prestigio internacional que utiliza los componentes naturales del barro negro y los minerales del Mar Muerto para crear sofisticados productos para el cuidado de la piel. Con boutiques en todos los centros turísticos de Israel, así como en Nueva York, París o Berlín, Ahava extrae los secretos regenerativos del Mar de Sal, compartiéndole al mundo la privilegiada experiencia de sentir en nuestra piel lo más cercano a la fuente de la eterna juventud.