TIMOTEO


Un personaje que siempre ha existido dentro de su creador. Un ímpetu que finalmente toma forma y se convierte en diálogo; eso es Timoteo, de Rodrigo de la Sierra.

Antes que una idea llegue acertadamente de un lado a otro, hay muchos intentos. Se puede decir que así es el comienzo de Rodrigo de la Sierra en el mundo del arte. Un hombre que, desde el inicio, mostró gusto por el trabajo manual, algo que de pequeño practicaba a manera de hobby, mostrándose como un asunto siempre presente en él.

Poco tiempo después, llega la hora de determinar sobre sus estudios universitarios. Él, acorde la satisfacción de artesano y conciliado también con la sociedad, se decide por la arquitectura “que es una rama afín”, comenta. Mencionado como la mejor tesis de la generación, ejerce esta profesión durante 12 años, de la cual, nos dice: “siempre me gustó la parte creativa”.

En toda conversación, existe un primer momento de entendimiento, y algo similar es lo que le sucede a Rodrigo en cuanto al tema del arte. Se trata de un área que siempre le llamó la atención y a la que poco a poco, se va acercando hasta que finalmente, confiesa: “me enamoro completamente”. Por supuesto, surge la parte que más le interesa de éste: “el efecto que causa el arte, el impacto visual, sensorial y emocional”, algo que sin duda logra con su obra.

Ya con la convicción de generar arte, de la Sierra realiza una segunda serie de estudios, pero ahora en torno a dicha materia –tanto de forma institucional como autodidacta–. A la par, comienza con primeras exposiciones y ventas. “Chistoso, me empezó a ir bien”, dice. Se trata de un momento en que hacía arte figurativo, específicamente modelos clásicos y académicos de figura humana; pero que, aun así, les ponía un toque propio y contemporáneo.

Le sucede tal y como la enseñanza de Pablo Picasso: primero dominar las figuras clásicas y luego desarrollar formas nuevas. Con el ejemplo de Rodrigo podemos estar seguros de que, para encontrar la propia voz, hay que pasar por varios intentos. De la Sierra nos platica que el nacimiento oficial –a nivel profesional– de Timoteo, fue en 2007, año en que envía una pieza a Japón a la feria Toyamura International Sculptre, donde queda seleccionada. “A partir de ahí se empiezan a abrir puertas”, comenta.

Timoteo, ese intérprete que estuvo dentro de Rodrigo todo el tiempo, por fin sale a la luz y comienza a tocar a varias personas. El impacto fue tan grande que Margaret Failoni, curadora independiente mexicana, le pide al artista una exposición completa del personaje. La primera exposición fue en el año 2009 en San Miguel de Allende, en la Galería Santiago Corral; tiempo en el que, paralelamente, de la Sierra trabaja con una presentación de figura humana en la Galería Corsica, en Vallarta y San José del Cabo.

Timo, como el artista llama cariñosamente a su personaje locuaz, se muestra capaz de enunciar ideas sin palabras; y es así como, explica su creador: “la balanza, desde que Timo salió, se inclinó hacia él”.

El gusto por el trabajo manual, no abandona al magnífico artista mexicano cuando trabaja con Timo. Hay dos grandes momentos: el primero, la forma de construir las figuras, que comienzan con modelado en plastilina; mientras que el segundo es la última colección de Timoteo, donde se percibe ese deleite de esculpir. De la Sierra nos cuenta:

“Con Timo, he ido combinando el gusto por el cincel con el verdadero sentido emocional de la obra. Siempre busco darle un soplo de vida a la escultura”.

Un gran ejemplo es Timo con alas. En este caso, se presenta al personaje mirando al vacío, pero con un arnés de alas –perfectamente cinceladas–, mismas que el intérprete puede utilizar para volar. La parte irónica siempre está presente en la escultura de Rodrigo. En este caso, la interpretación, nos platica su creador, está en dar sentido a la soledad: “se encuentra al borde del abismo y se va aventar, pero no es un acto suicida o fatalista, al contrario, es un paso que debe dar para crecer y trascender”.

“Todo mi arte de Timo es ácido, sarcástico e irónico, en mayor o menor medida. Hay unos que hasta llegan a caer en la comedia. Finalmente, eso es lo importante: una dosis de verdad, y una aspirina para que no duela tanto”.

Timoteo, al no tener boca ni orejas, muestra uno de los mayores desafíos: comunicar con el cuerpo. “Es un ente sin expresión, el reto es darle expresión a eso”.

En cuanto a la parte creativa, de la Sierra cuenta que su obra se basa en la observación, ya sea de algo que le llamó la atención, de la gente, un libro, una película, entre otros. A partir de esto, intenta que todas sus piezas tengan una carga conceptual y, por supuesto, poder comunicar la idea a otros.

“La meta, es poder conectarte mediante un lenguaje no verbal con alguien”.

“Mi obra es una búsqueda. Me empeño en lograr que las piezas hablen, que no estén mudas ni tiesas”. Rodrigo, al decir que se esfuerza por hacer que sus composiciones no queden en silencio, no se refiere únicamente a que éstas sean capaces de trasmitir una idea, sino que, por ejemplo, hay algunas que emiten otro tipo de articulación; como es el caso de los Timos bailando, donde se puede sentir el ritmo de la música que pasa entre sus cuerpos.

Cabe decir que Rodrigo de la Sierra también presta la voz de Timo para proyectos altruistas, aunque estos “no pierden el tono sarcástico”. Por mencionar solamente algunos, está: una pieza para el voluntariado del IMSS; otra que se llama Donando un riñón, que es un Timo sentado sobre un riñón –el personaje está encima de la solución–; el Timo intervenido, un proyecto hecho con la ONU, donde Rodrigo presta el cuerpo de Timo desnudo y se interponen varios artistas de todo el mundo para vestirlo, y finalmente subastar a cada personaje como “pieza única”; o un proyecto que hizo con Cine en el Capo, festival de cortometrajes a nivel internacional en pro del ecosistema y biodiversidad.

Timo es una idea que siempre estuvo presente en Rodrigo de la Sierra, un concepto que finalmente toma la forma de personaje y se muestra capaz de comunicar sin palabras; ocasionando un discurso propio con el receptor. ¿Listos para platicar?