RICARDO RÍOS
FORMAS ORGÁNIAS
por Marlene Mizrahi
Lo vivo, el cuerpo humano, el animal, la flor, la relación entre uno y otro; son algunos de los elementos que se perciben en la obra de Ángel Ricardo Ríos. Formas que sugieren un cuerpo, alguna de sus partes o que necesitan de éste para cumplir con su presunta función.
Hay que ser claros: todo artista lleva una trayectoria, y la obra de Ricardo no es la excepción. No todo es cuerpo, adorno e interacción; sino que Ricardo Ríos tiene un inicio artístico social y crítico, digno de una ideología proveniente de Cuba, de donde él es nativo. Poco a poco, después de su llegada a México, es que surge el cambio mayor, pues la transmigración planta en él un momento de duda sobre la labor de un artista en la sociedad. “Un proceso de aprendizaje y de artista muy importante, de entender y comprender un poco el lenguaje de otro mundo. Cuba, como país socialista, es una burbuja que funciona completamente diferente”, dice Ríos.
Luego de este momento, así como después de algo de estudio y práctica en el campo de arquitectura y diseño, en 1993, Ríos recibe una invitación para exponer en una galería de arte contemporáneo. Comienza entonces a tomar terreno en el campo artístico, abriéndose espacio para la experimentación. “Fue muy bueno para mí porque comencé a viajar, algo muy especial como artista y como cubano”. Explica que este momento fue importante para él porque le permitió aprender un nuevo idioma –visual y temático– y así evolucionar su discurso; comenta: “el cambio en mi obra fue completamente proporcional al campo laboral”.
A partir de este momento aparecen las primeras formas orgánicas. Comienza a crear más inmobiliario: dibuja y crea maquetas de edificios, así como “muebles no funcionales”, como le llama a sus singulares esculturas; un periodo de juego entre arquitectura y diseño industrial.
Sobre esta fase comenta que: “Algo maravilloso dentro del arte es que te permite burlar las reglas convencionales: si es incómodo, o no sirve, da igual”. Se trata de una etapa crítica en relación de la escultura y el objeto que puedes tocar y usar.
Además de los muebles, otro gran ejemplo de este ciclo es una instalación que aparece en 1997 dentro del Museo Universitario del Chopo. El cuerpo y su desplazamiento se hace presente de modo muy distinto: la figura humana está impresa en la obra de arte, pero necesita de los espectadores y su movimiento e interacción para completar el acto. Explicación: se trata de un tombling con la famosa imagen El origen del mundo (1866) de Gustav Coubert, impresa sobre sobre una cama elástica. En ésta, los espectadores subían y brincaban, en todo momento la acción se grababa para exponerse en una sala dentro del mismo museo, logrando un efecto de actividad sobre la pintura erótica de Coubert.
El juego de formas orgánicas da inicio: instalaciones, maquetas y esculturas que comienzan con dibujos, y culminan finalmente en la pintura. Todo se mezcla, pues cuando Ricardo Ríos crea objetos, dibuja mucho. “Mediante los dibujos, que luego se convierten en algo físico, comienzo a tener una reflexión”. Un cambio gradual donde todas las formas de expresión se revuelven.
Ahora, el artista se encuentra en una fase pictórica. Nos platica que algo que siempre está presente en estas piezas es el too much, “es como un disfrute”, dice. Explica que, en el proceso de producción el siente una especie de núcleo, el cual, después de mucho buscar, llega un punto donde lo puedes encontrar “pero lo vuelves a cocinar”. Ve a cada creación como una práctica o un ejercicio, siempre en busca de esa esencia. Asimismo, confiesa que trabaja varias piezas a la vez y que es un maniático del trabajo: “trabajo todo el tiempo y desarrollo varias cosas al mismo tiempo”.
“Llevo tres años haciendo flores. Una cosa orgánica, con líneas curvas y movimiento voluptuoso”. Reconoce que lleva en la pintura bastante tiempo, pero expresa que aún tiene muchas ideas por desarrollar.
En la obra de Ricardo Ríos el cuerpo siempre está presente, ya sea con apariencias biológicas claramente expuestas en la pintura; en las instalaciones, donde la presencia y los movimientos del espectador se relacionan con la obra o en el caso de la escultura/muebles, en el intento de usarlo y acomodar el cuerpo al diseño. La obra supone y la persona decide la mejor forma de utilizarla.